lunes, julio 4

Votos.

Pareciera que fue en otra vida donde me divertía haciendo mis votos de boda.

Podría prometer seguir contigo y quererte.
Podría prometerte estar ahí en la salud y en la enfermedad.
Podría decir hasta que la muerte nos separe.
Pero no lo haré.

Esos votos son para las parejas optimistas, las llenas de esperanza. Y no voy a estar aquí, el día de mi boda, optimista ni lleno de esperanza.

No soy optimista.
No tengo esperanza.

Estoy seguro. Soy firme. Y lo sé.
Soy un hombre que trabaja con corazones. Los quito, los pongo. Los sostengo con mis manos. Soy un hombre que trabaja con corazones.

Así que si de algo estoy seguro... Eres mi compañera, mí amada... mi mejor amiga.

Mi corazón, mi corazón late por ti.

Y en este día, el día de nuestra boda, te prometo esto...
Te prometo darte mi corazón en la palma de tu mano.

Lunes por la mañana.


Acabo de despertar de un sueño plagado de soledades y miedos. La poca luz que nace en este día lluvioso se cuela por la ventana doble iluminando el piano, quizás sea tiempo de escribir una carta al tiempo, una carta, mejor dicho mi declaración antes de que me convierta en algo así como un vago recuerdo.